Mis Viajes de Ida. El Regreso (ironically...)

Cosas que una se acuerda de ver porái, no? Algunas las recordé al ver el post de Nymphadora en su blog replicando al mío, como el tema de los waffles... Jajaja! Así que acá van más de mis viajes de ida.

-La pintura lavable (en las paredes... cuando tenés un chico que vuelca cosas cada dos por tres la pintura lavable viene al pelo).

-Tener un hijo. No hay felicidad más grande.También es un viaje de ida negativo porque olvidate de dormir más de una noche de corrido. Jaja!

-Aprender idiomas. Aprendés uno, sos bilingüe y después querés más!

-Quedarse en un hotel 4+ estrellas.

-Viajar en primera clase (ojo, nunca viaje en primera clase, jajaja! Pero lo aprendí viendo Seinfeld: Jerry: Elaine, have you ever flown first class? Elaine: No. Jerry: All right then. See? You won't know what you're missing. I've flown first class, Elaine-- I can't go back to coach. I can't... I won't.)

-L'Oreal eyelash serum (te alarga las pestañas... de las pestañas kilométricas NO SE VUELVE!)

-Usar stilettos.

-Comprar zapatos.

-Dormir en una cama King Size.

-Waffles tostados con queso crema y mermelada de frambuesa.

-La mermelada de frambuesa.

-Tener un proyector y una pantalla en el líving en vez de tener una tele. Por varias razones... ver pelis como en el cine pero en la comodidad de tu casa, no tener la tele mirándote constantemente con cara de "prendeeeeeeme!", no tener la tele prendida todo el tiempo aunque no la mires.

-Viajar.

-Conocer gente de otras culturas (si sos medio vivo y aprovechás la oportunidad para aprender algo de ellos o sus culturas... si no, sos un gil de goma!)

-Bloggear y chusmear blogs ajenos. Especialmente los que son de manualidades...

Mis Viajes de Ida.

-Los cotonetes.

-Internet banda ancha.

-Tener una laptop.

-Facebook (?).

-Las cámaras digitales.

-Mi iPhone (que ha reemplazado mi cámara digital, también).

-El lavaplatos.

-El microondas (calentar cosas a baño María era la muerte).

-La planchita para el pelo.

-Los pendrives.

-Tener un ipod o algún tipo de reproductor de mp3.

-Tener TV con control remoto.

-El hilo dental.

-El cepillo de dientes eléctrico.

-La bolsa de agua caliente en invierno, jajaja!

-Dormir con alguien (dormir, nada más... no podría volver a dormir sola).

-Tener un teléfono inalámbrico y poder moverte por la casa cuando hablás.

-Los pelapapas. Toda mi vida pelando frutas a cuchillo...! Y me casé y me compré un pelapapas y desde entonces soy feliz!

-Volar en vez de tomar colectivos de larga distancia.

-Tener auto.

-Los Bonobones.

-Manejar.

-Ponerle palta a mis ensaladas. No hay ensalada de lechuga que no tenga palta en mi casa.

-El aire acondicionado. 25 años a ventilador y ventanas abiertas! Cuatro veranos con aire acondicionado me bastaron para no volver.

-Maquillarse.

-Tomar mate con yerba Canarias, de Uruguay. Si la probás una vez, y después volvés a la yerba común, parece que estuvieras chupando una media sucia (?).

-Los exfoliantes faciales.Una vez que empezás a exfoliarte la cara, volver al agua y al jabón no se siente tan limpito...

-La tarjeta de débito.

-Las facturas.

-La manteca de maní.

-La leche descremada; hoy no tomo entera ni que me paguen.

-Tener un mouse sin bolita. Jajaja!

-Tener Netflix en la Wii. Puedo ver tele en la tele, en la computadora y en mi teléfono... de eso no se vuelve! Jaja!

Y no sé, seguro que hay más y no me acuerdo. Perder la memoria también es un viaje de ida. Jajaja! La foto de Montaner? Ya saben, salió en Google cuando busqué "viaje de ida" jua!

Ser grande.

No hay cosas que los hacen sentir adultos?

Ayer estaba cocinando lasaña y mientras le ponía ricotta pensaba "la ricotta me hace sentir adulta" porque siempre mi mamá le ponía ricotta a la lasaña y yo la odiaba...

Casi a los 30 me encontré comprando un potecito de ricotta para ponerle a lasaña que finalmente cociné ayer.

Comprar ese potecito de ricotta me hizo sentir adulta, adulta como mi mamá que siempre le ponía ricotta a la lasaña y yo la odiaba.

Comer brócoli al vapor y calabaza hervida también.

El dilema de siempre.

Estoy completando un formulario de empleo y define:

Caucásico/Blanco: Persona con orígenes Europeos, del Este Medio o del Norte de África. Siendo que mi papá es español y que yo, al ojo de cualquiera, soy "blanca", tendría que marcar que soy Caucásica/Blanca.

Pero hete aquí que dos renglones más abajo describen al resto:

Hispano o Latino (que no es lo mismo, pero los pusieron juntos): Persona de orígenes cubanos, mexicanos, puertorricences, centro- o sudamericanos, o de otra cultura de origen español sin importar cuál sea la raza. De acuerdo a esta definición, como uruguaya, califico como hispana (que es la persona de orígenes españoles, mientras que el latino tiene mezcla de español con indio).

Estaría piola que me dejen marcar hispana y blanca, que es lo que mejor me definiría, pero en este formulario o sos una cosa o la otra. Cosas así me irritan el colon. (?)

Día mufa.

Anoche me fui a dormir pensando en levantarme temprano, correr, empezar el día con toda la furia. Entre Guandercita y yo misma que había tomado malta demasiado tarde tuve que levantarme dos veces para hacer mandados en plena noche. Dormí re mal, se hicieron las 6, me levanté a hacerle desayuno al gringou como le había prometido y me volví a la cama.

Me terminé levantando a las 8:40, desayuné tres bocados de torta de cumpleaños y no tengo ni ganas de correr.

Y total que estoy empezando mis treintas con el pie izquierdo.

Meter el perro.

Hace un año más o menos les conté la historia del bagallo que me mandé al cine conmigo. En esa ocasión les prometí contarles de las veces que finjí ser gringa y no hablar español para salir de situaciones engorrosas con desconocidos y acá estoy; héles aquí las veces en las que le metí el perro a otros.

La primera vez fue muy casual; estaba con el gringou, todavía éramos novios... es más, fue en su primera visita a Argentina. Y bueno, fuimos a Puerto Madryn de picnic y a ver anillos de compromiso porque había un par de joyerías mejores que en Trelew así que anduvimos dando vueltas por el centro. Y siendo que Puerto Madryn es una ciudad turística, en esa ocasión había chicos haciendo encuestas sobre qué nos parecía Madryn, servicios, entretenimiento, etc. Estaban en todas las esquinas cual evangélicos a fin de mes! Así que los esquivamos olímpicamente haciéndome la que no hablaba español. Pum. Anduvo bárbaro.

Otras veces hablábamos en inglés en público para que nadie nos entendiera. Genial.

La última vez que metí el perro con el tema éste fue cuando fuimos de paseo en el 2007, también en Puerto Madryn. Había artesanos por todos lados y la mejor manera de sacárnoslos de encima era con la típica "nou habla españoul". Pero justo nos vino a vender una chica que sí hablaba un poco de inglés y no pude sacármela de encima; sus artesanías eran ni muy muy ni tan tan, pero igual le compré una chuchería y le prometí ir a la feria de artesanos a ver qué hacía su novio, también artesano. Cuando llegué al stand me enamoré de sus collares y le compré uno hecho medio a pedido; el asunto fue que mientras me lo hacía consideré en un par de ocasiones decirles "mirá chabón, no soy gringa, solo me los quería sacar de encima" pero no, no me dio el cuero, jajaja! Y no sólo eso, sino que la chica estaba tan emocionada de poder hablar inglés conmigo que tampoco quise pincharle el globo. :P El asunto es que con eso de querer meterles el perro terminé con un collar que amo y que todo el mundo me piropea (así que les cuento la historia), una tobillera feísima que nunca me volví a poner, y 58 pesos más pobre.

Y bueh, como dicen por acá, live and learn...

Me rindo.

Tal vez después de cinco años de casada, cinco cumpleaños como mujer casada, cinco navidades, cinco aniversarios y cuatro días de la madre, sea hora de rendirme y aceptar un electrodoméstico como regalo.

Desde que me casé me convertí a la idea de que un electrodoméstico de regalo para la mujer, a menos que sea para un casamiento, exclama a viva voz la idea retrógrada "andá a la cocina que es donde debés estar!" y me rehúso a pensar así, y me resisto a que la cocina sea mi lugar en la casa. Soy buena cocinera y cocinar para mí ni pincha ni corta, ni me gusta ni no me gusta; odio tener que cocinar cuando estoy ocupada, pero cuando tengo tiempo libre es un lindo hobbie. Siempre voy a preferir otros hobbies a cocinar, de cualquier manera.

El punto es que hoy, después de batir merengues a mano por 15 minutos, se me ocurrió que tal vez no haga daño que me regalen una batidora para mi cumpleaños número 30.

Say Yes to the Dress

Pasan en Argentina ese programa? Por si no lo pasan, es sobre una boutique de vestidos de novia en Manhattan y las clientas que van a comprarse sus vestidos antes de dar el sí. Ya voy por la tercera temporada.

Por qué lo miro? Porque es mi equivalente pobre a ver una chick flick: Hay chicas, novios, histeria, damas de honor, amigos gays, historias de amor, lágrimas, tires y aflojes con hermanas envidiosas y madres controladoras, y sobre todo, hay moda.

Qué más se puede pedir de un programa de televisión?

El Vengador (?) Anónimo

Me pregunto quién es ése/ésa que siempre viene a mi blog gugleando "Retablo de las Maravillas Guander Guoman".

Si sos vos, no seás zapato y dejá un saludo aunque sea! Ah, y agregame a tus favoritos así no tenés que andar gugleándome. Jajaja!






(y bueh, con respecto a la imagen, ya saben: gugleé Vengador Anónimo y salió esto. Jaja! Grande Fontanarrosa!)

Canción de Invierno

Cantan. Cantan.
¿Dónde cantan los pájaros que cantan?

Ha llovido. Aún las ramas
están sin hojas nuevas. Cantan. Cantan
los pájaros. ¿En dónde cantan
los pájaros que cantan?

No tengo pájaros en jaulas.
No hay niños que los vendan. Cantan.
El valle está muy lejos. Nada...

Yo no sé dónde cantan
los pájaros -cantan, cantan-
los pájaros que cantan.

Mi mamá siempre recitaba los primeros versos de este poema de Juan Ramón Jiménez. El otro día me llegó una tarjeta de cumpleaños de mis papás con un recorte de diario con este poema. Me recordó a mi mamá recitándolo, me recordé a mí misma escuchándola, recordé los otoños cernirse sobre mis cumpleaños. Y lloré.

Recibirse en EEUU...

Es una letanía.

Este post es una continuación de Terminar una tesis en EEUU... y es lo mismo. En términos más de por acá, it kills the mood. No es como en Argentina que terminaste y terminaste, y punto, se acabó, recibís huevazos y harinazos, saltás en una pata, festejás y pepé pepé pepé! (?) Uf! No, nada que ver.

Terminé mi tesis hace algunas semanas. Puedo decir que en esa instancia me sentí recibida. Pero todavía me quedaba la defensa, que fue hoy. Bien, defendí, aprobé, pero... me recibí? No no, señores! Todavía no, o tal vez sí, pero no. Este finde tengo que arreglarle algunas cosas más a la tesis y mi directora tiene que aprobar la última revisión antes de mandarla a la imprenta. Puedo decir entonces que me recibí? Sí. O no, porque todavía no está impresa, que es la posta. La impresión y encuadernado va a hacerse esta semana; cuando tenga las copias impresas y las entregue a la universidad, ahí sí! Ahí sí? Uf... hasta que reciba mi diploma por correo voy a tener que esperar unas semanas más.

Recién ahí voy a estar completamente recibida y cantar victoria. Pero para entonces la emoción de haber acabado mi tesis y el estrés de la defensa van a haber pasado. The mood will be dead by then.

Bummer.

Cuando un amigo se va.

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.

Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera,
más que duró lo que vio
porque todo ha de pasar
por tal manera.

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.

Coplas por la muerte de su padre,
Jorge Manrique (1440-1479)

Que tu cuerpo descanse en paz en la tierra y tu alma viva llena de energía y alegría para siempre y como siempre, querida Zoe Juste. Te fuiste demasiado pronto.

The Roaring Twenties

Empezó marzo. Empezó el último mes de mi veintena de vida. Empieza el año de mi treintena. Miro atrás y no tengo de qué quejarme: logré metas que siempre anhelé alcanzar durante mis veintes (casarme, recibirme, ser mamá, vivir un poco, conocer lugares y gente, enamorarme, ser feliz) y cosas que ni me imaginaba que iba a hacer más ni en mis sueños (vivir en otro país, hacer una maestría, hablar inglés fluidamente, aprender otros idiomas). No miro atrás con rencor; los veintes me dieron lo que siempre quise y más.

Estoy feliz de cumplir treinta con la satisfacción de haber logrado lo que quería, y de estar en el proceso de perfeccionar mi arte de vivir.

Pero nunca falta ese sentimiento loco que te salta de por allá, ese rincón nostálgico de la mente que te recuerda que aunque te sientas joven y realizada, ya no sos una piba, la vida no es la misma que era cuando tenías 20, y nunca nada va a volver a ser como entonces. Sé que ese sentimiento está latente por ahí, no sé dónde.

Aunque esté feliz de cumplir treinta, la posibilidad de que sentimiento de vejez me venga el día menos esperado, me aterroriza.