Monday, July 27, 2009

Pregunta para chicas, y por qué no? Para chicos también...

Estoy loca o a ustedes también les molesta que cuando están en el ñoba -en un baño público con cubículos- alguien -léase, alguien de no mucha confianza/compañero de trabajo/jefe/compañero de clase- desde afuera les hable cuando están en la mitad del chorrito?

A mí me molesta! Me molesta porque me da la sensación de que mi interlocutor, a quién no conozco tanto, está ahí parado al lado mío mirándome de mucho brazo cruzado mientras yo hago los mandados. Qué cosa seria, qué desubicación, qué desacato a las normas sociales!

Y en el caso de los hombres, cómo hacen para hacer pis uno al lado del otro, por lo general codo a codo con extraños? No les da vergüenza? No les molesta ir en manada con sus amigos y hablar de fútbol? (por dar un ejemplo).


No sé ustedes, pero a mí esas cosas me desconcentran.


Si alguien me habla cuando estoy en la mitad del chorrito me siento
como el míster de esta foto (sin el teléfono ni la cerveza, claro).

Tuesday, July 21, 2009

Espantosos descubrimientos

Limpiando mi casa encontré una billetera que me regaló un amigo para mis 15. Y abriendo bolsillitos y revolviendo, encontré lo siguiente (si tienen ganas de leer, presten atención porque estas cosas dicen mucho de mí, como probablemente las cosas que ustedes puedan encontrar en sus billeteras o carteras hablan de ustedes):


- Un ticket del supermercado Ayuso de 1997 por $1,30 (probablemente un paquete de galletitas); el supermercado ya no existe más y lo último que supe es que había un Pare de Sufrir en su lugar

- Un envoltorio de TopLine de fruta y otro Extra Frescura

- Un boleto Trelew - Rawson... me imagino para qué habré ido a Rawson

- Un ticket de Librería Casa Family de 1997 por $0.95

- Cinco carnets del colectivo del 97, 98, 99, 2000 y 2001

- Una radiografía de una muela que tenía un tratamiento de conducto inacabado

- Un calendario de asuntos que nunca usé

- Dos boletos de Montevideo

- Un papelito con nicks y contraseñas de chats y foros, un fragmento de una canción de Patricia Sosa que dice "si te quiero aquí a mi lado es para hacerte feliz" que probablemente quería bajar, nunca bajé y ahora estoy bajando de puro melancólica que soy; y del otro lado un número de teléfono de un alumno de inglés... ese alumno de inglés desaprobó, abandonó la escuela y se puso a trabajar en una rotisería; era ciclista y era re buen pibe, pero el sistema educativo con los estúpidos reglamentos para terminar el EGB3 le falló colosalmente

- Un papelito con rótulo de Aerolíneas con presupuestos de vuelos de Trelew a EEUU

- Otro papelito con números de teléfonos de varios alumnos particulares de inglés

- El sobrecito de plástico donde van las placas de las muelas, solo que vacío

- Dos papelitos con las direcciones de un amigo y una amiga, respectivamente, con quienes no me comunico hace años

- Tarjeta de identificación por las dudas que pierda la billetera--que de hecho la perdí con lo que me quedaba del sueldo para el resto del mes; la encontró una empleada de un negocio en el ciber donde estaba y me llamó para devolvérmela. Del agradecimiento me gasté casi toda la plata en comprarle chocolates. Fue un gesto inusual de su parte

- Una tarjetita de cumpleaños de una familia amiga cuando cumplí 19, en el 2000

- Un dibujito que hice con mi nombre

- Un envoltorio de Beldent Cristal

- Una moneda de 10 centavos--para mi cumpleaños 16, en el 97, me regalaron plata y me compré ropa; esos 10 centavos fueron lo único que me sobró

- Una cartita de mi papá de un regalo de cumpleaños que me mandó desde Madrid en el 2000; el regalo era una remera re colorinche que me había comprado en Brasil de viaje a España; la remera la usé para dormir, la quise mucho y aunque esté llena de agujeros y ya no me entre, todavía la tengo

- Una servilleta toda ajada de la casa de té Ty Te Caerdydd, de Gaiman; fui con toda mi familia para mis 15, en 1996

- Un boleto del colectivo urbano de Trelew con una frase se J. P. Sartre: "Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace"

- Un papelito con el número de celular de una compañera del secundario

- Un envoltorio de bombón--de una caja de bombones que me regalaron para mis 15

- Un pedacito de papel afiche* azul que del otro lado tiene un número 0-800 para suscribirme a una revista en inglés

- Un papel cudriculado con 8 direcciones de email de 7 personas osadas que tenían email en el 2001

- Un papelito con la dirección de dos amigas (hermanas) que se habían ido a estudiar a Rosario en el 2000 y se volvieron en menos de un año

- Un papelito con instrucciones para habilitar ICQ en las computadoras de la Universidad, jeje!

- Otro calendario de asuntos, completo

- Bosquejo de un dibujo para un amigo

- Otro bosquejo de otro dibujo para otro amigo (o tal vez para el mismo, no me acuerdo)

- Pedazo de papel higiénico con mensajes de amigos de toda la vida de Montevideo para mis padres, escrito en mi luna de miel, cuando los vi; uno de los mensajes es "Zunzunegui: la madre le dice a papi q' guardó su carta q' espera otra"

- Un envoltorio de alfajor Riquito Negro, que me regaló mi mejor amiga, tal vez en el 99

- Una tarjeta de Remises Horizonte, de Córdoba

- Cuatro tarjetas de TeleTel usadas; las usé en Córdoba para hablar con mi prometido, hoy mi esposo

- Una tarjeta del Club Demure, un local de Trelew que hacía ropa interior y trajes de baño a medida y personalizados

- Una tarjetita de una taller de zapatos, Composturas Caseros, en Córdoba donde me le cambiaron las tapitas a unas sandalias re lindas que tenía y que me perdieron los de Andesmar en una mudanza

- Una tarjeta de un negocio de chucherías y bijouterie en Alta Gracia donde me compré un par de pendientes blancos, los primeros pendientes que tuve (siempre usé aritos comunes)

- $52 en dos billetes de 20, uno de 10 y otro de 2. Me puse re contenta cuando los encontré, aunque acá no me servirían de mucho... y allá tampoco.




*Gracias Phobia por hacerme acordar. No podía y cuando más intentaba menos me acordaba y más me desesperaba :P

Monday, July 20, 2009

El coso

El "mate automático"... para los verdaderos amantes del mate no hay nada más aberrante que este engendro producto de la modernidad que hace de nuestras experiencias materas un verdadero disgusto, porque a la segunda cebada (si es que la cebada como tal existe, porque en esta clase de mates no existe la cebada tradicional -manual- y por ende la imagen del cebador desaparece en la noche de los tiempos) el mate ya está lavado, lo cual redunda en una ronda interrupida por sucesivos "acomodos" de mate, agregando yerba nueva... y ni hablar de las emergencias intestinales y sus consabidas sinfonías peristálticas -similares en melodía a las que preceden los guisos de porotos-. El mate automático es uno de esos cosos que nos hace preguntarnos quién fue el de la mala idea de desvirtuar nuestra benemérita tradición.

Aparte... la bombilla de plástico, que después de unos meses termina toda masticada cual juguete de can, es un insulto a la histórica bombilla metálica, esa que se calienta con facilidad como algunas mujeres de dudosa reputación (tal cual dice el refrán). Y siendo el termo del mate automático un receptáculo de plástico (o de telgopor en el peor de los casos), es corta la vida del agua caliente.

Y ni hablar... no, no! Ni hablar de la duración de la chupada! Cuándo se acaba tu chupada y cuándo tenes que pasar el coso al bebedor siguiente? Es una chupada? Son dos? Chupás ad eternum hasta saciar tu sed matera, o hasta que alguien te codea y te dice "eh, pasa el mate" (acompañanado la frase con algún epíteto no del todo afable). Y qué pasa con la saliva de los consumidores del mentado coso? Porque... sí, está claro que sorbemos el agua, pero de acuerdo a la ley de la física que establece que todo lo que sube tiene que bajar (léase: el agua del mate, por medio de la bombilla), cuando el líquido en cuestión baja volviendo al termo, no baja en su estado puro, sino que baja con saliva. A diferencia del mate tradicional del cual sorbemos el agua y en la última chupada (la que produce el ruidito final, borboteos de agua y aire) bebemos nuestras propias excreciones bucales; en el mate automático, al no haber una sorbo final, dichas excreciones quedan en el termo y otro bebedor de la ronda habrá de ingerirlas. Y en las sucesivas pasadas del coso al bebedor siguiente el agua tomará una consistencia progresivamente más viscosa de la cual no tenemos conocimiento, por no verla.

Redondeando: quien invento el mate automático, sin dudas lo hizo en planes de boicotear nuestro acerbo cultural. Tal vez quien lo inventó fue un gringo... el mismo que pretende infiltrarse en nuestro país para robarnos la receta secreta del dulce de leche.



Este texto se lo mandé una vez al blog de Podeti, Yo Contra el Mundo, para que lo publicara en su Enciclopedia del Coso. Como nunca lo publicó, lo pongo en mi propio blog :D

Friday, July 17, 2009

Y nada.


Eso: Slow men working. Estoy en eso de cambiarle de look al blog. Ustedes dirán "Pero ya le cambiaste el look, y no me gusta!" A esos les digo que ésto no es todo. Mientras tanto conténtense con lo que hay y sigan participando.


(?)

Prohibido Olvidar...

No quiero olvidarme de los recuerdos de mi corta infancia en Uruguay, los juegos bajo la lluvia de verano y los charquitos en el pasto del frente de casa. No quiero olvidarme de los pocos momentos que pasé con mis abuelos, de los viajes a Uruguay, de la inocencia, los juegos y aventuras con mis amigos, las escondidas, los ring rajes, las tardes de primavera en la biblioteca, Los Cuentos del Pajarito Remendado y las canciones de María Elena Walsh. De Ana Alicia, mi amiga imaginaria cuando recién nos habíamos mudado a Argentina; de las casitas en los tamariscos y los veranos en el canal, los álamos, las ciruelas verdes.

No me quiero olvidar de lo que se sentía salir con mis amigos antes de casarme, sentirme eterna y feliz a su lado, agarrar la ruta, irnos a la playa, volver a cualquier hora. Los campamentos de verano, los viajes a la cordillera, el "¿conoceré a alguien?", los bailes bajo la luna, las maripositas en la panza cuando me gustaba alguien. No quiero olvidarme de la simplicidad de mi vida en Argentina, las mateadas en el comedor universitario, las largas charlas, los divagues, la falta de plata, patear el día a día; las lecturas de Shakespeare con acento paraguayo y la asignación de nombres de dioses Griegos de cada uno de mis compañeros. Yo era Hera.

No quiero olvidarme los años que pasé lejos de mi amor y el momento en el que volvió y lo besé para siempre, porque ese día fue el comienzo de mi eternidad. No quiero olvidarme del día de mi boda. Ese día me sentí una reina, y él fue mi rey, y el mundo era nuestro. No importaba nada más. No quiero olvidar que este matrimonio y esta familia que hoy tenemos nos tomó años de amor a distancia, soledad... soledad hasta que nos dolía el cuerpo y nos íbamos a dormir llorando, los dos a miles de kilómetros de distancia.

No quiero olvidarme del olorcito de las manos de mi mamá, ni de la risa de mi papá. No quiero olvidarme de sus consejos. Ni de las sabias palabras de mi mamá cuando alguien me rompió el corazón por primera vez. No quiero olvidarme de los almuerzos y las largas charlas en familia, de la austeridad y del esfuerzo de mis viejos por hacerme quien soy hoy. No quiero olvidarme de la amistad que desarrollé con mis hermanos. No quiero olvidarme del apellido que llevo y lo que significa.

No quiero olvidarme de los otoños en Cheney, con sus colores, sus aromas, sus texturas, sus luces y sombras. Conmovedores hasta las lágrimas. De los zapallos junto a la puerta, las caminatas por los parques, las ilusión de traer una vida al mundo. La inefabilidad del día en que la tuve por primera vez en mis brazos.

No quiero olvidarme de la vocecita de mi hija, de sus ojazos grises y expresivos, su sonrisa picarona, su personalidad alegre y cariñosa. No quiero olvidarme de su inocencia, para emularla, para ser un poco más como ella: despreocupada, amorosa, generosa, tierna, curiosa, incondicional.

No olvidar estas cosas es lo que le da sentido a mi vida.